Bébian

Por Martin Etcheverry,

París, 1896.

Sección: Biografías.

 

Lo que sigue es una traducción mía al español, del original en francés, de la breve nota biográfica que sobre Auguste Bébian incluyó el Diccionario de pedagogía e instrucción primaria, publicado por Ferdinand Buisson a finales del Siglo XIX en París (ver Etcheverry, M (1896) „Bébian“. En: F. Buisson, Dictionnaire de pédagogie et d’instruction primaire. París: Hachette, Partie 1, Tome 1, pág, 179.) El autor de la nota fue Martin Etcheverry (1814-1895), quien publicó diversos escritos sobre la educación de sordos. La publico aquí sin adiciones ni comentarios. Alejandro Oviedo, Berlín, 2015.

ETCHEVERRY, MARTIN (1896) „BÉBIAN“. EN: F. BUISSON, DICTIONNAIRE DE PÉDAGOGIE ET DINSTRUCTION PRIMAIRE. PARÍS: HACHETTE, PARTE 1, TOMO 1, PÁG. 179.

BÉBIAN. Bébian (Roch-Ambroise-Auguste) nacido el 4 de agosto de 1789 en Pointe-à-Pitre (Guadalupe) e hijo de un negociante que se volvería a casar en 1800, fue enviado a Francia y confiado al Abad Sicard. El célebre maestro lo presenta a las aguas bautismales y lo envía a residir en casa del Abad Jauffret, quien fue después director de la Escuela Imperial de Sordomudos de San Petersburgo. Bébian termina sus estudios en el Liceo Carlomagno, y fue premiado en el Concurso General de 1806 y 1807.

A su salida del liceo, se instala provisionalmente al lado de su padrino. Muy pronto muestra una pronunciada inclinación por el estudio de los procedimientos de instrucción de los sordomudos; frecuenta las clases y se vincula al más capaz entre los alumnos de Sicard, Laurent Clerc, sordomudo, quien fue inicialmente repetidor en la escuela de París y se convertiría más tarde en director de una institución de sordomudos de Hartford, en Connecticut (Estados Unidos).

Bébian fue nombrado sucesivamente profesor y director académico en la Institución de Sordomudos de París. Debido a que había realizado un análisis a profundidad del lenguaje de señas, corrige todo aquello que le parece inexacto o viciado, y desde entonces los gestos adquieren una corrección y una extensión que respondía a todas las necesidades de la inteligencia de los sordomudos.

En 1817 publica su primera obra: Ensayo sobre los sordomudos y sobre el lenguaje natural, o introducción a una clasificación natural de las ideas con sus señas apropiadas.

En 1819, participa en el concurso convocado por la Real Sociedad Académica de Ciencias de París para el elogio del Abad de l ́Epée y obtiene el premio.

Luego de la muerte del Abad Sicard (1822), Bébian redacta un Manual de enseñanza práctica de los sordomudos (2 tomos, en octavo). Este trabajo fue adoptado por el Consejo de Administración en 1827 y fija los principios convenientes de enseñanza en la institución de sordomudos de París.

Bébian abandona el establecimiento a consecuencia de una discusión sobre un hecho de orden interno y publica diversos trabajos relacionados con la instrucción primaria: Revista de la instrucción de los sordomudos y los ciegos; – Lectura instantánea, o método para aprender a leer sin deletrear; -Mimografía o ensayo de escritura mímica (1824); – La educación de los sordomudos puesta al alcance de los maestros de primaria y de todos los padres, método para aprender las lenguas sin traducción.

Bébian rechaza la dirección del Instituto Imperial de Sordomudos de San Petersburgo y también la del Instituto de Nueva York. Funda en 1826 una escuela de sordomudos en el Boulevard Montparnasse.

En 1832, después del fallecimiento del Señor Abad Huby, alumno del Abad de l ́Epée y director de una escuela de sordos en Rouen, el alcalde de esta ciudad solicita a la administración superior que se designe a un maestro capaz de dirigir esa escuela. Bébian fue enviado a Rouen. Sin embargo, en 1834, su estado de salud lo obliga a abandonar el cargo.

Con la esperanza de restablecer su salud en su país natal, parte hacia Pointe- à-Pitre con su familia; allí funda una escuela laica que llega a tener 300 alumnos de color. Poco tiempo más tarde, una larga enfermedad le arrebata a su hijo, y él mismo muere, a la edad de cincuenta años, el 24 de febrero de 1839, dejando en la miseria a su viuda, nieta de Barnave.

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