El mundo del silencio (opresión de una minoria lingüística. ¿discriminación al interior de una etnia?)

Por Johan Cristian Cruz Cruz y  Carmen Sonia Mondragon Moreno.[1]

Ciudad de México, 2010.

Sección: Artículos, cultura sorda.

 

El presente trabajo intenta analizar cómo es que la Comunidad Silente de la ciudad de México puede ser definida como una etnia minoritaria la cual, por medio de diferentes procesos cognitivos ha logrado transmitir, de generación en generación, elementos de su lenguaje y de su cultura; ambos elementos han tenido que hacer frente al constante rechazo, indiferencia, así como la sufrir la opresión social y gubernamental.

Las medidas educativas por parte del Estado mexicano buscan integrar al Sordo al proyecto nacional de progreso a ultranza de sus derechos civiles y políticos, los intentos que se han hecho hasta ahora son incoherentes con las necesidades de este grupo lingüístico, no hay un interés real por acercarse a dichos miembros de la sociedad y se pretende que ellos se asimilen al resto del tejido social sin tomar en cuenta que esto, en cierta forma, equivale a la desaparición de su lengua y cultura.

En respuesta, los Sordos han logrado mantener su comunidad al margen del control político, prueba de ello es la vigencia de su lengua. Es cierto que la continua convivencia con el sector oro-hablante ha obligado a este sector a tomar algunos elementos del español. Sin embargo, la Lengua de Señas se define como un sistema de comunicación independiente de cualquier lengua oral, al igual que cualquier lengua de señas, no es calca o mímica de ningún idioma oficial. Así pues, la Lengua de Señas Mexicana (LSM) es un rasgo distintivo de la etnia silente mexicana.

Puede hablarse de una doble exclusión puesto que dicha comunidad es ignorada por individuos que se identifican como iguales gracias a que comparten una misma lengua oral -el español- que goza del reconocimiento oficial y en este sentido, de la opresión estatal puesto que poco, o más bien nada, ha hecho por acercarse al mundo del silencio.

Hasta ahora el “mito de integración naiconal” tiene que ver con la paulatina sustitución del lenguaje de señas por el español y, en tal caso, por la gradual castración de la cultura silente.

Ahora bien, dentro de este ensayo también se aborda al subgrupo del sordo homosexual, el cual sufre de una triple exclusión: por parte del Estado; de la sociedad, que por ser la mayoría normo-hablante, definen a partir del canal oro-auditivo de su lengua la diversidad de “el otro”, es decir el sordo para los hablantes es un “enfermo” o “anormal”, finalmente la escusión del grupo silente heterosexual. Por otro lado, los mismos Sordos homosexuales ven en ellos características en su comportamiento, vestimenta, espacios de interacción social, amistades, preferencias sexuales, etcétera, algo distinto a los valores que han sido transmitidos hereditariamente al interior de los linajes silentes mexicanos; en otras palabras, son individuos “peculiares” dentro de la comunidad que ha sido “socialmente” segregada debido a su “manera de hablar”. Ser un sordo gay es sinónimo de desprestigio familiar en particular, y de la comunidad Sorda, en general, el individuo que posee una disminución auditiva, pero que además prefiere para establecer relaciones íntimas con miembros dentro o fuera de la etnia pero de su mismo sexo, será blanco de la discriminación en su calidad de sordo y en su categoría de homosexual. Ante ello, el sordo-gay creará su argot dentro del LSM, buscará sus propios espacios y grupos de socialización y, por ende, defenderá su identidad como miembro de una lengua minoritaria y como ciudadano que enriquece, con su vida cotidiana, aquello que se ha dado en llamar la “diversa Nación mexicana”.

El acercamiento a una comunidad étnica especifica requiere el conocimiento amplio de todos los aspectos relacionados con su vida y su cultura, entendiendo como Cultura “todo aquel conjutno integral constituido por los utensilios y bienes de los consumidores, por el cuerpo de consumidores, por el cuerpo de normas que rige los diversos grupos sociales, por las ideas y artesanías, creencias y costumbres”[2], es decir, toda aquella invención material o intelectual transmitida socialmente y que a la larga constituye el patrimonio cultural del un grupo social especifico. A pesar de la amplia diversidad de culturas coexistentes a lo largo de nuestro país en general y de nuestra ciudad en particular, no poseemos un conocimiento específico de cada una de ellas; hemos impuesto un patrón dominante de cultura hegemónica que rara vez permite la expresión la otras voces diferentes a las suyas, que sin embargo existen y han vivido en el anonimato y el abandono absoluto.

Este es el caso concreto de la comunidad silente de la Ciudad de México, ignorada por la sociedad y relegada hasta un lugar ínfimo dentro de los programas gubernamentales. Sin embargo, no es nuestro objetivo describir las condiciones de vida de la comunidad silente en general, más bien pretendemos hacer un breve acercamiento a una minoría dentro de las minorías, a los sordos homosexuales y su cultura.

Obviamente una investigación de esta envergadura tiene algunas connotaciones negativas que es necesario destacar. En primer lugar nos enfrentamos a la ausencia absoluta de fuentes, pues si los trabajos que describen a dicha comunidad son muy reducidos[3], los que describen o debieran describir a los sordos homosexuales son inexistentes. Tales vacíos son cubiertos con una amplia literatura que describe a la comunidad homosexual en general, recordemos que estamos hablando de un subgrupo dentro de la comunidad homosexual, y tal como intentaremos demostrarlo no son ajenos a los estilos de vida que posteriormente esbozaran.

El segundo problema, quizás de mayor trascendencia que la ausencia de literatura, son los informantes y su negativa a proporcionar información. Es del conocimiento público que la Zona Rosa es un punto de confluencia con dos fines: homosociales y homosexuales. Por tanto, la asistencia de grupos de sordos varones en diversos puntos de este lugar de reunión no es un hecho fortuito; sin embargo, al pretender realizar entrevistas se rehusaban a proporcionar información, negando ante todo su condición sexual; o bien, si la proporcionaban se negaban a ser grabados. Es ante tal situación que buena parte del trabajo esta basada en la información proporcionada por dos informantes en charlas llevada a cabo en una reunión-fiesta donde confluyeron algunos sordos homosexuales. Otra parte del mismo tiene que ver con los testimonios de un sordo homosexual[4], conocido de los que emprenden esta investigación.

Bien podría criticarse la falta de objetividad y parcialidad del mismo; no obstante podemos argumentar a nuestro favor que parte de nuestra formación incluye el manejo de nuevos métodos y enfoques metodológicos como el de la microhistoria y la historia socio-cultural, recordemos que todo es historiable y la historia no necesariamente debe extender su radio temporal a años o siglos atrás, pues, nuestro pasado inmediato también es historia.

UN ACERCAMIENTO A LA COMUNIDAD SILENTE.

Todo el mundo tenía un mismo idioma y usaba las mismas expresiones […]. Después dijeron: ‘Construyamos una ciudad con una torres que llegue hasta el cielo. Así nos haremos famosos, y no nos dispersaremos por todo el mundo’. Yavé bajó para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando, y dijo […] ‘Veo que todos forman un solo pueblo y tienen una misma lengua. Si esto va adelante, nada les impedirá que consigan todo lo que se propongan. Pues bien, bajemos y confundamos ahí mismo su lengua, de modo que no se entiendan los unos a los otros.’ […] Por eso se la llamó Babel, porque allí Yavé confundió el lenguaje de todos los habitantes de la tierra y desde allí los dispersó.[5]

La cita anterior obedece al interés de este trabajo en tanto que indica los orígenes mítico-religiosos de la diversidad lingüística y, a partir de esta escisión del lenguaje, de la multiculturalidad en la cual puede incluirse a la Comunidad Silente Mexicana, dentro de la cual se circunscribe un grupo doblemente segregado, a saber: el sordo gay en tanto que es un individuo con disminución auditiva, pero además, es parte de un pequeño sector marginado al interior de su propia etnia. Definida como una etnia lingüística minoritaria, la comunidad Sorda de México se enfrenta a los programas de “integración” que pretenden su asimilación dentro de un proyecto nacional que no considera sus necesidades reales ni pretende conservar los elementos identitarios de la misma. Hasta ahora lo que se ha intentado es una castellanización que elimine el lenguaje manual que caracteriza dicha cultura, una incorporación del Sordo a una sociedad que no intentará acercarse al mundo del silencio puesto que lo considera problema del “otro”.

Antes de analizar a la Comunidad Silente como grupo social minoritario en México, y al gay sordo como miembro de un subgrupo de dicha etnia, es necesario hacer una

breve reflexión sobre lo que la sociedad entiende por el individuo con disminución auditiva y los esfuerzos que el Estado ha hecho para “integrarlo” a la sociedad, así como por lo que la sociedad delimita como “normal” a partir de lo cual excluye lo diferente y por ende, diverso, es decir a ese “otro” que en adelante tendrá una connotación de inferior, anormal o enfermo, un ente que le es desconocido, temido y por lo tanto, proclive a la marginación cuando no a la indiferencia que es, en nuestra opinión, la peor enfermedad.

El “otro” puede definirse como aquel que es distinto al resto del conjunto humano donde se halla inmerso. Es diferente no sólo por su manera de actuar, pensar o vestir; en el caso que nos ocupa, “el otro” es identificado como parte de la etnia del silencio pro “su manera de hablar” y como tal tiene una identidad propia, misma que escapa a la vigilancia estatal y a sus procesos de “integración” bajo el antifaz de una “educación nacional”, aunque puede decirse que las políticas estatales en materia de instrucción para los Sordos es casi nula e incongruente con la realidad de dicho grupo, a menudo son incongruentes con sus necesidades reales, inaccesibles por su costo, carecen de uniformidad en cuanto al sistema o programas que han de emplearse por parte de profesores y alumnos[6]. En suma, puede decirse que dicha minoría adolece de una doble exclusión: primero por su evidente diferenciación lingüística y, segundo, porque no existe ni el interés gubernamental o civil de crear una proyecto de educación que ayude a unificar su lenguaje con lo cual pueda facilitarse su interacción con el resto de la sociedad.

En este sentido, el sordo gay, es blanco de una triple exclusión ya que tampoco es bien visto al interior de su misma comunidad por su ‘peculiaridad’ dentro de la diferencia que caracteriza a la minoría lingüística a la que pertenece:

Las culturas nacionales ya no responden a la idea del Estado-­Nación, de una cultura monolítica, sino que toman, de manera más acuciante, la figura de múltiples minorías privadas de sus derechos civiles y políticos […] en los márgenes, en los límites, construyen sus propias imágenes, sus formas, rehacen sus historias, sus valores, desarrollan éticas marcadas por los parámetros de la supervivencia, producen sus propias lenguas, sus idiomas privados, sus sociolectos sólo comprensibles entre pares: multitud fragmentada.[7]

El Estado debería buscar tender puentes que permitan la comunicación entre los distitnos ciudadanos, empero se habla de “integración” en lugar de un “acercamiento” que permita un mayor conocimiento y comprensión tanto del lenguaje de señas como de los individuos que integran dicha comunidad, lo cual se traduzca en un verdadero proyecto nacional que busque el bienestar general.

El gobierno mexicano en materia educativa y por ende, de integración, ha adoptado dos variantes: la comunicación total y el oralismo, ambas pretenden erradicar el LSM para sustituirlo gradualmente con el español signado. Integrar al Sordo, es pues, castellanizarlo a ultranza de sus derechos civiles y políticos como mexicano. “Asimilarlo” dentro del progreso nacional equivale a limitar el uso de su lengua, a la desaparición paulatina de ‘su identidad’ como miembro de una etnia minoritaria con cultura y lenguaje propios.[8]

Pasemos, pues, al análisis del lenguaje de señas como elemento característico de la cultura Sorda, adelantando en primera instancia que se distingue por el empleo del canal visual como elemento emisor-receptor del mensaje, por tanto, para los Sordos su lenguaje en particular y su contacto con el mundo en general dependen de la luz, siendo la oscuridad una suerte de silencio, de tal suerte que,

Las comunidades de sordos han existido siempre que los sordos se han reunido para coexistir, en ellas han heredado y desarrollado sus tradiciones, sus costumbres e incluso sus propios idiomas, lenguas de señas que se hablan con las manos y con el cuerpo, que se oyen con los ojos.[9]

El lenguaje es, pues, patrimonio de una comunidad que comparte un conocimiento e interés general. Dicho lenguaje cuenta con un vocabulario propio, en el caso de los Sordos éste, se constituye a partir de diferentes signos manuales y rasgos no manuales, mismos que permiten transmitir los elementos que caracterizan al grupo social que emplea dichos códigos, incluso aquellos no puestos en forma escrita, de generación en generación. Al mismo tiempo, puede decirse que dicho idioma refleja el ambiente físico y medio social en el cual este inserto dicho grupo. De aquí la similitud con las lenguas nacionales, las variantes de un rasgo dependiendo la región, la edad, el status socioeconómico del individuo, su profesión, etc. Por lo anterior, puede decirse que la Lengua de Señas Mexicana (LSM), es independiente al español, otro tanto puede decirse de las otras lenguas de señas en relación con las lenguas orales reconocidas como oficiales al interior de cada país, pues,

al hablar del lenguaje, que puede ser considerado como un complejo de símbolos que reflejan todo el panorama físico o social en el que un grupo de hombres se coloca, es ventajoso comprender dentro del término ambiente tanto los factores físicos como sociales […] El vocabulario completo de un idioma puede…considerarse como un inventario completo de todas las ideas, intereses y ocupaciones que embargan la atención de la comunidad […].[10]

Por tanto, “los lenguajes de señas no son versiones mímicas de los lenguajes hablados.”[11] Lo anterior sirva para declarar que: es el hombre quien crea su lenguaje, mediante diferentes procesos cognitivos, según las características físicas del espacio geográfico y ambiente social de su época (esto en cuanto a que es miembro de una agrupación social amplia). Para el caso de la Comunidad Silente estamos ante la creación de una lengua propia en la cual los individuos que comparten rasgos intrínsecos disminución auditiva, han creado una cultura propia que tiene, al igual que otras etnias, lenguaje, usos y costumbres, creencias, reglas de etiqueta y códigos morales propios.

Las “variaciones libres” en el lenguaje no son más que reflejo de la “diversidad” de formas en los vocabularios orales o manuales por lo que, el lenguaje de los Sordos es parte de su cultura y ayuda a delimitar su espacio geográfico de acción en tanto grupo lingüístico minoritario, puede tomar elementos del español (debido a su contacto con la mayoría hablante) pero no es calca del mismo.

Del estudio de Gumperz sobre las comunidades lingüísticas, podemos decir que la LSM es parte de un habla especial que pertenece a la comunidad silente de nuestro país la cual tiene por objeto, además de la comunicación y transmisión de la cultura Sorda, mantener los valores, características y otros elementos que definen y delimitan a dicha etnia social, algunos de sus códigos (signos manuales y rasgos no manuales) pueden ser transcritos y su prestigio como idioma, hoy día, sigue siendo limitado.[12]

La condición que define la sordera es pues, social y lingüística según lo establecido como “normal” para un conjunto humano más amplio (los hablantes). El Sordo en cambio aprende a coexistir, a tolerar al oro-hablante, no lo etiqueta como “enfermo” pero lo identifica como alguien distinto, un extranjero al cual habrá que “tratar” antes de decidir incluirlo en su campo de socialización.

Otro argumento a favor de la LSM como lengua propia de la comunidad Sorda es el mencionado por Fridman, en tanto que dicho idioma es natural, es decir, se produce sin necesidad de educación formal, todo sujeto puede adquirirlo sin necesidad de que le sea inculcado, no esta hecho a partir de otros lenguajes orales, tiene una gramática diferente del español, es patrimonio de una colectividad y por tanto, es posible que en algún momento pueda ser codificada en sistemas escritos:

La esencia del lenguaje natural humano seguirá siendo discutida […] Pero oralidad ha pasado a ser una cualidad accesoria del lenguaje natural. Prueba de ello son las lenguas de señas de las comunidades de Sordos, que existen alrededor de todo el mundo, cada una de ellas con una riqueza y complejidad intrínsecas tales que cada vez son menos los lingüistas que se atreven a considerarlas inferiores respecto del lenguaje oral… La Lengua de Signos Mexicana… ha sido transmitida de generación en generación… ella ha sido y será la primera legua […] de aquellos Sordos que se suelen clasificar como pre-­lingüísticos.[13]

Así pues, debemos aceptar que la comunidad silente en México, como en otros países, es una minoría lingüística que ha creado una identidad propia a partir de su cultura y lenguaje y que, por tanto, también contribuye a definir la “personalidad” o “mexicaneidad” (en tanto que son ciudadanos) de esa sociedad diversa que caracteriza a nuestra Nación y que, dicho sea de paso, tanto orgullo nos causa, baste para recordarlo la literatura o textos de historia que ponderan la multiculturalidad derivada de un mestizaje al cual se han ido incorporando elementos de culturas extranjeras (judíos, españoles, franceses, norteamericanos, chinos, africanos, cubanos), y en este sentido, porqué no sería valido incluir a otro grupos humanos como los sordos, homosexuales o indígenas que con su diario convivir con la mayoría hablante van creando distintos espacios de comunicación. Romper la barrera del silencio que nos excluye de la comunidad silente, dependerá de nuestra apertura a lo nuevo, de nuestro interés por lo desconocido, de cambiar la categoría de “enfermo” o “diferente” por la de “igual”.

Hoy en día lo que está en juego no es la integración de los Sordos o los indígenas a la vida nacional, sino la descomposición del tejido social mexicano en su conjunto, con todo y los mestizos normo-­oyentes. El tema a discutir no es la integración del los Sordos o de los indígenas, sino la calidad de la interacción que establecemos entre todos, la calidez con que nos aproximamos el uno al otro y sabemos degustar nuestras diferencias.[14]

O bien, como lo estableció Griffo a finales del siglo pasado:

El próximo milenio necesita de sociedades abiertas, que incluyan a todos los ciudadanos como personas que tienen derechos y pueden ofrecer recursos. Estas sociedades son las que las personas con discapacidad quieren construir, donde cada uno puede expresarse y contar, donde las diversidades no son problemas, sino recursos reales sobre los cuales desarrollar la convivencia civil y proyectar las soluciones sociales.[15]

EL SORDO GAY Y SUS ESPACIOS DE SOCIABILIDAD.

Los estereotipos a los que se enfrenta la población Sorda son casi los mismos que enfrenta día a día la población oyente. Otro factor importante a considerar en los estereotipos de la población Sorda tiene que ver con la distancia generacional entre los diferentes grupos de edades. Mientras los Sordos homosexuales mayores de 35 años se muestran reticentes a mostrar muestras afectivas de cariño en publico, los menores a 30 años lo hacen casi sin ningún problema, tal como lo afirma Carlos: “Soy sordo, tengo 26 años, mi familia sabe que soy gay y yo soy feliz con mi pareja”[16], o bien, el caso de Jofrán[17], quien indica que es un sordo gay feliz y no le importa si en la calle lo insultan por tomarse de la mano con otro hombre. Los Sordos homosexuales que participaron como informantes aceptan que su falta de oído y su preferencia sexual los hace objeto de ataques sociales. Los diez testimonios que se recabaron coinciden en que la sociedad lejos de aceptarlos, los ignora y los segrega; para ellos esto presenta muy poca importancia si a cambio cuentan con el apoyo de sus familias.

Desconocemos de la existencia de un lugar específico donde el Sordo homosexual socialice con otros Sordos, los Sordos suelen mezclarse con la población oyente al momento de realizar un buen número de actividades cotidianas: utilizan el transporte público, el servicio médico, los restaurantes. Nuestra experiencia nos indica que utilizan estos espacios pero se apropian de una parte del lugar para convivir entre ellos, por ejemplo, los viernes se les puede encontrar en el Vips de Niza (Zona Rosa), tal como ellos lo indican, platicando. Otros lugares que frecuentan dentro de la misma Zona Rosa son bares y antros como el “El Cabaretito”. Sin embargo, es raro encontrar algún sordo solitario, generalmente acuden en grupo.

Una vez que nos acercarnos a los sordos homosexuales, nuestra primera impresión al fue que eran un grupo cerrado y desconfiado. Sin embargo, esta es una de las tantas defensas psicológicas que tienen ante los malos tratos que han padecido a lo largo de su vida. José, nuestro principal informante, nos comentaba que el casi no confiaba en los oyentes porque son mentirosos, “yo no oigo, no se que dice cuando le marcan al celular, se que me engaña [refiriéndose a su pareja en turno], pero no digo nada, que me engañe, pero no estoy solo”. Pero, ¿vale la pena soportar engaños con tal de estar acompañados? Quizás para alguno de nosotros la respuesta implicaría un “no” rotundo, pero para un silente implica otras cuestiones. Muchos Sordos buscan algún compañero amoroso en el mundo de los oyentes por dos motivos: conveniencia y dependencia. En cuanto un Sordo busca algún compañero oyente se adapta de manera muy rápida al estilo de vida de las oyentes y se encariña muy rápido con él. José conoció a Alberto[18] en el último vagón del metro de la línea 5. La comunicación al principio fue complicada, pues José apenas y sabia un poco de español y su nueva conquista no conocía la LSM, esta fue llevada a cabo con notas escritas en papeles, José nos relata que lo primero que hizo al ver a Alberto fue observarlo profundamente, invitándolo a acercarse a él. El ritual que adoptó José es el ritual común que emplean los homosexuales que hacen usos de estos lugares de ligue, el metro ofrece un sin fin de posibilidades. El “ligue” en lugares públicos debe ser discreto, pero si tomamos en cuenta la hora en la que sucedió el encuentro, aproximadamente a las 23:30, muy seguramente el vagón del metro estaba vació, esto permitió a José llevar el ritual mencionado al extremo, pues, debido a la nula presencia de usuarios este pudo masturbarse frente a Alberto, mientras este último “ve gusta mucho” los genitales de José.

Según los diálogos en papel proporcionadas por José de aquel encuentro, una vez que los dos llegaron a su destino, intercambiaron teléfonos y acordaron una cita para el día siguiente a las 16:00 horas en el metro Hidalgo: “Esperar mañana la tarde las 4 metro hidalgo estación, tu gustar mucho guapo bonito. Baños mina bamos barato tu $35 yo $35. Esperar por favor tu vamos” [sic]. Para sorpresa de nuestro informante, la conquista del día anterior no fue sólo un teléfono más en su agenda, pues este acude puntualmente a la cita, acudieron a los “Baños Mina”, tal cual lo habían acordado. Quizás sea poco importante el sitio al que acudieron, y en realidad lo es, pero después de lo que ocurrió en aquel lugar, el lazo afectivo entre ambos hombres parece crecer, pues otra conversación en papeles ocurrida al final del día nos revela que el Sordo y el oyente han comenzado una relación de codependencia disfrazada de amor. José le indica a Alberto en la conversación: “Tu gustar cariño mucho. Futuro quiero gusta novio tu y yo”.

Sin embargo, el futuro del que nos habla José en su mensaje no es un futuro distante, es un futuro inmediato, pues a la tercera cita nuestro informante declara su amor a Alberto en un papel: “Te amor gusto cariño. Tu gustar mi nobio gusta ser mi amor?” [sic]. Ofrecer este tipo de datos en realidad no es tan banal como parece, sobre todo si observamos la historia personal de ambos personajes, nos encontramos a dos sujetos con severos problemas en el plano personal y afectivo; José nos indica que antes de conocer a “su novio” se deprimía ya que no tenía con quien conversar: “José tiene amigos sordos, su amigo sordo tiene problema mucho su chisme [sic]. Se sentía triste y desamparado; por parte de Alberto, también observamos un cuadro depresivo mucho mas severo, nuestro informante nos dice que Alberto “esta loco, sus brazos corta pasado navaja, su loco dice no gusta vivir” [sic]. Ambos hombres lograron cierta estabilidad en el plano afectivo y amoroso, una vez que convivieron de forma cotidiana, José fue olvidando paulatinamente sus “malos ratos”, mientras que Alberto pasó de un de un cuadro depresivo mayor (debido a sus intentos de suicidio) a episodios esporádicos.

En la relación establecida entre un Sordo y un oyente, existen muchos elementos comunes a parejas heterosexuales y homosexuales. La fidelidad es uno de estos elementos, la forma en la que ambos se mostraban fidelidad era en el terreno sexual. Al inicio de su relación afectiva usaban condón durante sus encuentros sexuales; sin embargo, unos meses después deciden no utilizarlo. Después de una platica sobre el tema, y dado que su amor es suficientemente fuerte para afrontar cualquier vicisitud futura, ambos llegan al acuerdo ya mencionado: “Su Jose nobio Alberto dice sano no enfermo sida peligroso” [sic]. Los dos están conscientes de los riesgos que implica una relación sexual sin condón, pero, según ellos, el riesgo vale la pena. Desafortunadamente, tiempo después José se entera que Alberto le es infiel, ha tenido encuentros sexuales con otras personas, aunque de acuerdo con el primero Alberto se protegió. Sin duda, estamos ante un problema que no sólo tiene consecuencias en el plano sentimental, sino que también podría tener algunas consecuencias en el terreno de la salud. Antes de Alberto, nuestro informante tenía una vida sexual activa, de la cual no fue posible obtener datos suficientes ante la negativa del Sordo para informar sobre estos temas. Es interesante mencionar que al indagar nos percatamos de que nuestro informante solía frecuentar sitios de encuentros para homosexuales; acudía con cierta regularidad a los “Baños Tacuba” y los “Baños Mina”, conocidos, por lo menos de nombre, por la comunidad homosexual. Y así como antaño, actualmente José los sigue frecuentando; desafortunadamente el amor eterno que alguna vez se juró con Alberto se acabó.

Tal como lo hemos recalcado, la gran mayoría de los espacios de sociabilidad de lo Sordos son nuestros espacios. Desafortunadamente muchas veces pasan desapercibidos en los espacios públicos donde confluyen una buena cantidad de homosexuales en busca de sexo. Buena parte de la desconfianza de los Sordos homosexuales con respecto a los oyentes radica, precisamente, en ese aspecto, pues muchos de ellos sólo son utilizados con ese fin, para la mera y vana satisfacción fisiológica. Pero el asunto va más allá, muchas de las campañas de prevención contra enfermedades venéreas o procesos infecto-contagiosos como el VIH, no llegan de manera adecuada a la comunidad silente; sabemos que un encuentro sexual en los lugares mencionados representa una amplia tasa de riesgos de la que el Sordo no esta exento y aumenta sobremanera si las actividades se practican sin protección. Por tanto, el Sordo es doblemente vulnerable.

Pero no generalicemos, al igual que hay Sordos homosexuales promiscuos, también los hay precavidos y conscientes de su situación de vulnerabilidad, estos ocupan otros espacios para encontrar amigos y compañía. La oferta es variada, existen desde bares hasta antros donde no solo se forman parejas sexuales, sino también se afianzan amistades duraderas. Incluso organizan fiestas donde los Sordos bailan, signan canciones a ritmo de “pasito duranguense” y ofrecen discursos de agradecimiento a los asistentes. También existen otros espacios de expresión y sociabilidad como la marcha anual del Orgullo gay, a la que fuimos invitados[19]. Realmente si comparamos algunos de nuestras formas de relacionarnos, llegamos a la conclusión de que somos iguales que los otros, a los que nos dedicamos a esbozar y describir. También buscamos estabilidad, compañía, un momento de reflexión o simplemente divertirnos en compañía de quienes queremos. Y todo se reduce a eso, a buscar…

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

Fuentes primarias.

Videograbación,2007 Videograbación de la fiesta de Sordos llevada a cabo el 29 de junio de 2007 en la colonia Miguel Hidalgo, Tlalpan, video inédito.

Notas 2006, 2007 Notas sobre la vida de un sordo. Pláticas en papel entre José Galicia, Carmen Mondragón y Johan Cruz, notas inéditas.

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Notas

[1] Investigación presentada en el curso de la Dra. Miroslava Cruz Aldrete (Universidad Autónoma Metropolitana-­Iztapalapa, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de Filosofía, Coordinación de Lingüística), durante el trimestre de primavera del año 2007. Este mismo trabajo de investigación fue utilizado como texto obligatorio en los cursos de la profesora Cruz, impartidos en la Escuela Nacional de Antropología e Historia durante el semestre 2007-­2 y UAM-­Iztapalapa durante el trimestre 08-­P, respectivamente.

[2] Malinowski, 1970: 49.

[3] A este respecto las aportaciones de Fridman (1997) y Humphries y Padden (1988) ofrecen aportaciones en el campo sociológico que permiten conocer desde diversos puntos de vista las vidas y vivencias de personas sordas.

[4] Estos testimonios se han transcrito a mano mientras se llevaba a cabo la charla y, como se menciono anteriormente, no se utilizó ningún modelo lingüístico de trasncripción. En otros casos se pidió al informante que utilizara el español para escribir lo que quería decir, pues nuestro manejo de la LSM es insuficiente para comprender la signación completa de una frase.

[5] S. Biblia. Gen. 11: 1-­9.

[6] La situación se vuelve mucho más alarmante cuando se observan las estadísticas proporcionadas por el director de la agrupación Señas Libres, Ernesto Escobedo, en 2005, estos cálculos nos indican que cerca del 80% de los Sordos mexicanos están fuera de estudios mediosy superiores, «estas personas son altamente discriminadas, sobre todo en el aspecto educativo, ya que en el país cerca de 80 por ciento no tiene acceso a estudios medios y superiores […], no sólo [se les discrimina] en el aspecto de la enseñanza, las personas sordas o con hipoacusia (disminución de la capacidad auditiva) son discriminadas y aisladas, […] tampoco hay diseños urbanísticos (señalizaciones), no se les dan oportunidades laborales ni en la televisión se usa el lenguaje de señas, al menos en los noticiarios». Gómez, 2005.

[7]García Canal, 2004: 195.

[8] Conviene revisar lo dicho por Faurot, et al., 1999:5-­7;; Jackson Maldonado, 1981: 27-­29;; Fridman, 1996: 11-­17.

[9] Fridman, 1997: 3.

[10] Sapir, 1974: 20-­21.

[11] Faurot, et al., 1999: 4.

[12] Cfr. Gumperz, 1974: 234-­246.

[13] Fridman, 1996: 6.

[14] Fridman, 1996: 16.

[15] Griffo, 1999: 75.

[16] Para la transcripción de LSM a español no se siguió ningún método en especifico, únicamente se transcribe la frase y se trata de adecuarla a la estructura gramatical del español, de no hacerlo, tendríamos que transcribir el enunciado e la siguiente manera: “Yo Sordo gay nombre Carlos tiene años 26, familia conoce yo gay gusto hombres mucho yo feliz tiene novio”. Este es el mismo sistema que se empleara a lo largo del presente.

[17] El caso de este Sordo es singular, pues de todos los entrevistados es quien tiene una mayor escolaridad (bachillerato) y posee un grado avanzado en el conocimiento del español. Esto le ha servido para obtener trabajo como actor en la compañía de teatro para Sordos “Seña y Verbo”. Reiteremos que su situación es privilegiada si la comparamos con la de sus amigos, quienes trabajan como obreros, como dibujantes o vendiendo paletas y otros artículos en el transporte público. En el caso de nuestro otro informante, José, de manera autodidacta aprendió algunas cuestiones que tienen que ver con la preparación de alimentos y bebidas, laboraba como chef en un restaurante de mariscos. Posteriormente fue despedido, desafortunadamente no tiene ningún documento escolar que avale sus conocimientos, no ha podido encontrar empleo en la rama de alimentos y bebidas, pese a que tiene poco más de cinco años de experiencia. Actualmente labora en una fábrica poniendo tapas a envases plásticos.

[18] Respetando los lineamientos de nuestro informante, se han cambiado los nombres de los involucrados en sus testimonios.

[19] Nos referimos a la XXIX Marcha del Orgullo Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti y Transgénero de la Ciudad de México, llevada a cabo el 30 de junio de 2007.

Un comentario

  1. María del Pilar Hernanadez Martínez said:

    Yo soy madre de una personita con discapacidad auditiva!,,, y afortunadamente ella a tenido buena a terapias de lenguaje en el instituto de comunicación humana y aunque le ha costado mucho trabajo sus estudios ahí va paso a paso,, actualmente está estudiando la licenciatura en Enfermería en la Fes Zaragoza!,, Estoy muy ORGULLOSA DE MI HIJA ?? que en un futuro no muy lejano concluirá su carrera!,, ??

    25 diciembre, 2017
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