Reseña de Gascón Ricao, 2004: «Memorias de J.L. Marroquín»

Alejandro OviedoPor Alejandro Oviedo,

Berlín, 2015.

Sección: Reseñas.

Reseña de
Antonio Gascón Ricao  (2004). Memorias de Juan Luis Marroquín: la lucha por el derecho de los sordos. Madrid: Ramón Areces, 288 págs. ISBN 84-8004-672-4

Antonio Gascón Ricao es un historiador catalán, oyente, que desde hace algunos años centra su trabajo en la historia de los Sordos españoles. Ha escrito varios libros sobre este tema, publicados también en la colección que publica esta biografía, así como más de 50 trabajos breves para nuestra página web, donde es uno de los autores más leídos y apreciados.

El libro que reseño ahora es una recreación literaria, apegada al relato histórico, que hace Gascón basándose en el diario inédito de Juan Luis Marroquín Cabiedas, un gran líder Sordo español del Siglo XX. El libro es prologado por el jurista y también historiador español José Gabriel Storch de Gracia (quien es Sordo, y ha escrito varios libros junto con Gascón) y por la hija del propio Marroquín, Ana. Se transcriben en él abundantes pasajes de mano de Marroquín, pero se incluyen también muchos pasajes redactados por Gascón para completar vacíos dejados por Marroquín en su diario, y que ilustran mejor al lector no avisado acerca de las circunstancias que le tocó vivir al personaje.

 

El diario de Marroquín

Cuenta Gascón, en el libro, que Marroquín llegó a escribir cerca de 500 páginas en su diario, que abarcan relatos de su vida desde su infancia hasta el año de su muerte. Sin embargo, buena parte de sus memorias, que abarcan su vida desde 1903 a 1948, fueron publicadas por entregas por el mismo Marroquín en la revista El Faro del Silencio, en una columna titulada “Recuerdos de mi vida”. Marroquín no alcanzó a publicar sus relatos a partir del año 1949. De tal modo, Gascón se concentra en ese material inédito. El lector que quiera revisar en detalle la historia de la vida de Marroquín debe, así, completar el libro de Gascón con los artículos del Faro del Silencio.

Los que siguen son algunos fragmentos del diario de Marroquín:

Me ruegan muy buenos amigos que relate mis recuerdos. Lo hago a regañadientes y, como no tengo estilo literario de ninguna clase, ni el hábito de escribir largo, es pero que os fijéis más en lo que digo que en cómo lo digo. Como autodidacta lo hago con la veracidad y la mayor sencillez, que me esforzoso emplear, haciéndolo también, para el entendimiento de los sordomudos y el entretenimiento propio al recordar mi vida pasada (. . .).

No encontrarás en mi vida nada deleitable, toda ella está llena de locuras, con multitud de disparates, todo motivado por el amor a la vida misma y a la aventura. La vida podía haberme sido amarga por las circunstancias en que ha transcurrido, pero yo no quise que fuese así y para que no fuese la llené de idealismos quijotescos, entregándola por entero al servicio de mis hermanos sordos, no teniendo más preocupación de que esa dedicación fuese positiva y ejemplar.

(. . .) Estas “memorias” no quiero de ninguna manera que te parezcan una inventiva para poner solapadamente en público mis vanidades, queriendo disfrazarlas con mi humildad. Nada de eso está en mi ánimo ni en mis propósitos. Mi humildad ha sido siempre verdadera y congénita. Si digo esto es para que vean mis enemigos y lo comprendan, con cuanta generosidad les he perdonado siempre, para que ellos me perdonen a mí. En ese perdón no he mezclado jamás la hipocresía ni fingimientos. He obrado en conciencia limpia y diáfana, defendiéndome de la calumnia. Habré cometido muchos errores, pero ellos sólo me han perjudicado a mí, nunca a los demás.

Bien mirado, yo no he vendido mi vida a nadie, he preferido la miseria, la persecución y la ignominia a doblegarme renunciando a mi único ideal que ha sido mi plena dedicación a los sordos, cambiándola por una vida regalada, retributiva y tranquila, que hubiese logrado a costa de venderla y vender a mis hermanos al mejor postor, que no me han faltado. Por muy honrada que hubiese sido, habría traicionado a mi ideal, eso jamás lo he pensado.

En la exposición que os hago de mi paso por el mundo, no os fijéis en lo basto y desmañado, sí en la virtud de la verdad desnuda y descarnada. No quiero, lo evitaré, que salga alguna ojeriza irreconciliable. Seamos todos amigos. Dejemos para la historia las cosas viejas, sin añorarlas, pero que nos sirvan de ejemplo para que sean mejores.

Expuesto esto sólo te queda leer la historia de un pobre hombre que ha vivido y dejado vivir a los demás, teniendo como única arma la paciencia y perseverancia. Defendiendo lo de los demás he defendido lo mío (pasajes extraídos del libro de Gascón, págs. 23 -24)

 

La vida de Juan Luis Marroquín Cabiedas (* 1903 – † 1987)

Nuestro personaje nació en Madrid en 1903, en una familia bastante modesta. Quedó completamente sordo a consecuencia de una meningitis, cuando tenía once años. Pronto ingresó al Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos, donde aprendió la lengua de señas (que Marroquín llamaba la mímica), y trabó amistad con varios Sordos. Ya desde entonces comenzó Marroquín a ejercer una activa vida política en la comunidad Sorda, marcada por afanes libertarios. Se vio así envuelto en varias contiendas sociales por los derechos de los Sordos, además de haber participado activamente en la defensa de la República Española (1936‐1939), en la cual se alistó como soldado. Eso mismo hicieron muchos Sordos entonces.

En 1921 se hizo miembro de la Asociación de Sordomudos de Madrid, y dos años después, cuando tenía 20 años, ya asumiría cargos de responsabilidad en ella, cuando se encargó de la biblioteca de la institución. Su carrera como activista dentro de la comunidad Sorda lo llevaría luego, en 1934, a asumir la presidencia de la Asociación. En ese rol fundó una publicación periódica, la “Gaceta del Sordomudo”, que dirigió luego durante toda su vida. Abrió también programas de formación para los Sordos, en los que participaban docentes subvencionados por el Estado, y organizó un Club deportivo.

En 1935 organizó y fundó, junto con otros Sordos, las asociaciones de las ciudades de Sevilla, Avila, Valladolid y Oviedo. Ese mismo año propone la fundación de una federación nacional que agrupara y coordinara los esfuerzos de todas las asociaciones regionales de Sordos de España. Ya en 1936, antes del comienzo de la guerra civil, Marroquín es nombrado presidente de la asamblea que se encargará de organizar esa federación.

Cuando estalla la guerra, Juan Luis Marroquín se alista en la defensa de la República Española para luchar contra las tropas fascistas. Para no comprometer con su decisión a la asociación de Madrid, renuncia a la presidencia y se marcha a la clandestinidad. En las tropas republicanas encontramos a Marroquín haciendo las veces de paramédico, redactor y corrector de boletines de guerra y también como combatiente. Al final del conflicto, una afección hepática lo manda al hospital y lo salva de caer, junto a miles de desafortunados republicanos, en las últimas batallas contra la maquinaria de guerra de Franco.

Luego de finalizada la guerra, en 1939, regresa a la presidencia de la asociación en Madrid. En ella estará hasta 1940, cuando se muda a Barcelona y comienza a realizar actividades pedagógicas y administrativas en la “Casa del Sordomudo” de esa ciudad, donde vivirá hasta 1950. Ese año es electo Presidente de recién creada Federación Nacional de Sociedades de Sordomudos de España, y se muda a Madrid para poder ejercer esa función.

En ese cargo inicia una intensa labor como activista internacional a favor de las causas de los Sordos, que lo llevan a ofrecer numerosas conferencias nacionales e internacionales, y a ser co‐fundador de la Federación Mundial de Sordos (en 1951). Su trabajo como político y administrador no le impidió también continuar con su labor docente. En 1958 es nombrado profesor de lengua de señas para los maestros oyentes que se formaban en el Colegio Nacional de Sordomudos de Madrid.

En 1961 descubre la tumba del fraile Pedro Ponce de León[1], y participa en un homenaje nacional al antiguo maestro. Y en 1963 lo encontramos fundando nuevas asociaciones de Sordos (la de Cádiz y Langreo) y reorganizando la de Sevilla.

En los años siguientes logra la apertura de diversas instituciones educativas públicas para Sordos, y participa en todos los encuentros internacionales organizados por la Federación Mundial de Sordos. Permanece al frente de la federación española hasta 1979, aunque recibe entonces el título honorario de “Presidente Perpetuo” de la federación. Ese año se retiró también de sus actividades públicas, que limitó a partir de entonces a la participación en varios eventos internacionales. El 14 de agosto de 1987, a consecuencia de un accidente de tránsito, fallece en la ciudad de Gijón, España.

 

Los libros testimoniales de los Sordos

En las últimas décadas se vienen publicando en muchos países, tanto en formato impreso como en videos, biografías de personas Sordas. Es un género que permite una visión mucho más íntima y real a la vida de los Sordos que la ofrecida por el discurso académico. En español, sin embargo, es bien poco el material disponible. Por eso es importante este libro. Por eso y por el valor que tuvo la vida del personaje que retrata. Juan Luis Marroquín jugó un rol muy importante en la vida pública de los Sordos españoles y del mundo entero, y el relato de su paso por el mundo es un elemento esencial para reconstruir la historia de su tiempo, que abarcó casi por completo el Siglo XX.

 

La colección “Por más señas”

Este libro fue el segundo tomo de la colección “Por más señas”, que entre 2003 y 2013 editada por el Profesor José Gabriel Storch de Gracia desde la Universidad Complutense de Madrid. Los tomos 1 y 3, que tienen por autores a Gascón y a Storch de Gracia, se titulan «Historia de la educación de los sordos en España y su influencia en Europa y América» (2004) (leer reseña de este libro)  y «Fray Pedro Ponce de León el mito mediático» (2006). Hay dos tomos más en la colección, dedicados a aspectos jurídicos de la discapacidad.

 

Dónde se consigue el libro

Si visitas la página web del Centro Hervás y Panduro (http://www.ucm.es/info/civil/herpan/) y buscas en sus publicaciones, accederás a los puntos de venta. El libro tiene un precio de 14 euros.

 

Notas

[1] Gascón pone en duda este hecho, que fue asumido así por Marroquín. En una nota al respecto escribe Gascón en el libro: No cabe duda de la buena fe por parte de Marroquín, cuando en 1961, junto con Pérez de Urbel, estuvieron buscando el supuesto emplazamiento de tumba de Pedro Ponce de León, diciendo Marroquín que: “una vez localizado el probable lugar”, situado en el centro de la iglesia, se decidió poner allí una lápida conmemorativa. Es de su poner, al menos es lo más lógico, que el “hallazgo” del sitio corrió a cargo del infalible Pérez de Urbel, “olvidándose” decir éste a Marroquín que aquello era un cuento, pues ya en los medios del siglo XVIII intentó lo mismo Benito Jerónimo Feijóo infructuosamente , al no recordar los frailes de aquellas fechas dónde paraba, al no constar en los archivos . Todo ello, a pesar de la supuesta fama de “venerable” del personaje.

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